EL ESTADO PANAMEÑO Y SUS COMPONENTES
¿Cuáles son los elementos de un Estado?
El Estado tiene cuatro elementos básicos y generales: 1) posee gobierno
(poder político), 2) tiene un pueblo (como nación); 3) ostenta territorio; y,
4) está regulado con base en un estado de derecho que lo legitima y que basa su
organización en la división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
¿Cuáles son los tres poderes del Estado panameño?
Lo ejerce el Estado conforme esta constitución lo establece por
medio de los órganos Legislativo (Asamblea Nacional de Panamá),
Ejecutivo (presidente de la República y Consejo de Gabinete) y el Judicial
(Corte Suprema de Justicia).
¿Qué es el Estado y cuáles son sus 4 componentes?
De una manera general, entonces, puede definírsele como la organización
en la que confluyen tres elementos, la autoridad, la población y el territorio.
El Estado tiene cuatro
elementos básicos y generales: 1) posee gobierno (poder político), 2) tiene un
pueblo (como nación); 3) ostenta territorio; y, 4) está regulado con base en un
estado de derecho que lo legitima y que basa su organización en la división de
poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Los 5 elementos del Estado más importantes
Un Estado está conformado por varias partes y
elementos que permiten su complejo funcionamiento.
Los elementos del Estado son aquellas instituciones y
entidades que permiten que la organización territorial funcione manteniendo una
cierta armonía y estabilidad entre colectivos y clases sociales.
En este artículo veremos en qué consisten los
elementos del Estado, que fundamentalmente son el gobierno, la población, la coerción,
el territorio y la soberanía, y el rol que juega cada una de estas partes en el
transcurso de la vida civil, política y económica de los países.
Para entender cuáles son los elementos del Estado,
antes hay que tener claro qué es un Estado.
Si bien existen muchas definiciones para esta palabra,
así como teorías creadas para explicar su naturaleza y funciones principales,
la mayoría de concepciones de lo que es un Estado coinciden en que es un modo
de organización política y social en la cual se crea un sujeto soberano (un
colectivo capaz de tomar decisiones acerca de lo que se hace en un determinado
territorio) y se establecen normas que permiten la división social del trabajo.
Esta división del trabajo consiste en un sistema por
el cual especializarse en una profesión permite tener acceso a una red de apoyo
creada por otras personas que trabajan en otros ámbitos. De esta manera, el
Estado supone la salida definitiva del modo de vida de los
cazadores-recolectores, en el cual no existen muchos trabajos especializados y
el comercio está muy limitado.
Así, el Estado es la consecuencia del establecimiento
de un complejo sistema de pactos entre muchos colectivos diferentes. Por eso,
los elementos de estado son diferentes facetas de este grupo social extendido
capaz de involucrar a miles de individuos (algo que no pasa con el otro
principal sistema de organización social: la familia).
Visto esto, repasemos de manera resumida cómo son los
elementos del estado, y qué los caracteriza.
1. Territorio
El territorio es la condición previa, fundamental y
más necesaria para la aparición del Estado. No hay que olvidar que los estados
existen siempre ligados a una realidad material, porque está muy vinculado al
control de qué recursos se explotan y cómo son procesados y comercializados.
Por eso, su ámbito de influencia puede ser ubicado en un mapa.
Además, el territorio es lo que permita que exista el
asentamiento de una población; evidentemente, sin personas tampoco hay
organización social (por lo menos, no una que sea humana).
El poder acoger a muchas personas de manera estable,
por otro lado, hace que el Estado pueda proporcionar un entorno en el que sea
posible contraer pactos y cerrar acuerdos de manera relativamente segura, y
también da pie al surgimiento de un fenómeno ligado a la aparición de los
estados: la aparición de la propiedad privada.
Y es que si el territorio es uno de los elementos del
Estado es también porque permite generar consenso acerca de qué parcelas de
territorio son propiedad de quién.
Una vez que ciertas personas o familias pasan a
dominar algunos terrenos y los recursos que hay en ellos, pueden negociar con
estos, ofreciendo la posibilidad de comprarlos o de trabajar en ellos a cambio
de algo, y de esa forma van surgiendo otros productos susceptibles de
convertirse en propiedad privada.
2. Población
Tal y como hemos visto, la población también es un
elemento imprescindible para que puedan existir los estados. Además, es
necesario que esta sea relativamente numerosa, porque de otra manera apenas se
tendrá posibilidad de crear un marco de comercio, asignación de propiedad
privada e influencia política o militar.
Cuando hay muchas personas viviendo en un territorio,
no solo aparece la posibilidad de especializarse en una profesión muy
específica y aliarse con otros compatriotas que actúan como una red de apoyo
social. Además, se generan dinámicas culturales que cohesionan estos
colectivos: surgen hábitos y costumbres comunes, idiomas o maneras de hablar,
símbolos compartidos, sistemas de valores similares, etc.
Esta clase de fenómenos antropológicos y sociológicos
actúan como un pegamento social que mantienen a las personas unidas más allá de
las obligaciones a las que los ciudadanos del Estado se acogen por obligación
legal. Y como los hijos e hijas de los pobladores de un Estado nacen inmersos
en este sistema de organización, pasan a formar parte de él incluso antes de
darse cuenta de ello. En definitiva, la población no es solo una parte
imprescindible del Estado; también permite que este tenga continuidad, gracias
ap paso de una generación a la siguiente.
Además, la población también tiene implicaciones en el
potencial económico de un país. Por ejemplo, si en un Estado la mayoría de los
habitantes no tienen recursos para vivir bien, seguramente costará poco dinero
darles empleo, y esto influye en los acuerdos que el gobierno realiza con otros
países. Por otro lado, si con el paso del tiempo se han asentado muchas
empresas extranjeras en el territorio del Estado y la población local ha ido
aprendiendo sobre los métodos de trabajo y las tecnologías de estas
organizaciones, es posible que puedan generar sus propias empresas capaces de
competir con las de fuera, y esto también tendrá un impacto en la organización
social y política del lugar.
Por otro lado, no hay que confundir el concepto de
población con el de ciudadanos. Normalmente, por ciudadanos se entiende el
colectivo de personas que tienen los derechos y deberes de quien puede tener
una cierta participación política en el Estado, mientras que en la población se
incluye también a los considerados como extranjeros y, en general, individuos
con menos derechos que el resto.
3. Gobierno
Tal y como hemos visto, un Estado es una forma de
organización social y de organización política. El gobierno es la entidad en la
que se concentra la gestión y toma de decisiones sobre esta última.
Existen diversos mecanismos por los que el gobierno
puede tomar decisiones e implementarlas en un territorio y población, pero en
los últimos siglos estos suelen surgir de diversos órganos de gobierno que
trabajan de manera coordinada pero paralela, de manera que no sea un grupo
reducido de personas el que tenga la última palabra en todo. La principal
división entre estos órganos de gobierno queda concretada en la separación de
poderes propuesta por Montesquieu y reivindicada aún hoy en día: poder
ejecutivo, poder legislativo y poder judicial.
Velar por la independencia de estos tres tipos de
poderes sirve fundamentalmente para garantizar que todo el mundo se someta a
las normas de convivencia de la misma forma, sin que se puedan crear
excepciones ad hoc para mantener a una élite fuera del alcance de la ley.
4. Soberanía
La soberanía es el consenso acerca de quién decide qué
sobre qué territorio. Es, en resumidas cuentas, el poder supremo del que emanan
todos los demás, y por ello va relacionado con la noción de la autoridad. Al
ejercer la soberanía, se toman decisiones acerca de lo que debe hacerse dentro
de los límites territoriales y diplomáticos de un Estado, y en ocasiones, en
contextos bélicos, también fuera de estos.
Este es uno de los elementos del Estado más abstractos
y con más capacidad de generar debate y polémicas, porque definir quién debe
ser el sujeto soberano puede llevar a conclusiones muy diferentes a través de
razonamientos muy diversos.
Durante miles de años, en la mayoría de sociedades se
asumía que quien mandaba era fundamentalmente un rey (en las tiranías) o un
grupo de personas pertenecientes a la élite de una sociedad (en las
oligarquías).
A partir del surgimiento de la Edad Moderna, sin
embargo, se ha ido evolucionando hacia un tipo de organización política en la
que el sujeto soberano es la población, aunque no de manera directa, sino
mediante sistemas de democracia representativa y la celebración de elecciones
para elegir determinados representantes políticos que se ofrecen a trabajar en
los órganos de gobierno estatales, regionales o municipales.
Por otro lado, los conflictos territoriales entre
grandes grupos o entidades políticas son también luchas por la definición del
sujeto soberano. En los movimientos secesionistas, por ejemplo, se intenta
sustituir un sujeto soberano (por ejemplo, "italianos") por otro de
ámbito más local (por ejemplo, "sicilianos").
5. Coerción
La coerción es el conjunto de instituciones y poderes
colectivos con la capacidad de someter por la fuerza a grupos que se oponen al
Estado y a su funcionamiento (concretado mediante las constituciones y otros
documentos ligados al sistema legal).
Este elemento del Estado está muy relacionado con la
soberanía, porque su existencia da sentido a que aparezca un sujeto soberano
con autoridad real. El efecto de la coerción está presente incluso cuando nadie
viola las normas, ya que la certeza de que los delitos y crímenes tendrán su
correspondiente castigo ejerce su influencia siempre, incluso en la
imaginación, la creación de expectativas y l toma de decisiones de las
personas.
Y es que, si bien la autoridad moral puede dar cierto
poder de influencia a líderes carismáticos o a organizaciones admiradas por
muchos, muy poca gente estaría dispuesta a fiar la estabilidad de sus vidas y
del entorno en el que se vive a personas que no tienen la capacidad para
mantener el orden y defender al Estado y a sus pobladores de ataques a gran
escala (invasiones y otros conflictos bélicos) y a pequeña escala (terrorismo,
asesinatos, robos, etc.).
Para pensadores como Thomas Hobbes, la coerción es la
característica fundamental del Estado, el cual es descrito como un recurso de
protección ante el temor a ser víctima de la violencia del resto de individuos.
Según este punto de vista, la posibilidad de unirse para sumar fuerzas y poder
enfrentarse a los peligros que representan los demás hace que muchas personas
renuncien a buena parte de su capacidad de acción con tal de aliviar ese miedo,
aunque eso cueste vivir condicionado por todas las normas que el Estado crea
para justificar su existencia.
Para otros filósofos como Karl Marx o Friedrich
Engels, la coerción, como uno de los elementos del Estado más importantes,
tiene la función de generar un entorno de estabilidad en el que una clase pueda
explotar a otras sin que se ponga en riesgo el statu quo definido por la propia
existencia de las clases sociales (asociadas a la desigualdad) y la asignación
injusta de la propiedad privada sobre los medios de producción (máquinas,
fábricas, etc.). De esta manera, bajo una apariencia de armonía y paz, se
ocultaría un modelo de organización social injusto en el que hay claros
perdedores.
En cualquier caso, no hay que olvidar que incluso en
los Estados más admirados y considerados de mayor calidad democrática, siempre
existen instancias de gobierno con la capacidad de obligar a las personas a
obedecer las normas, o al menos de evitar que las sigan incumpliendo limitando
su libertad a través de instituciones penitenciarias. Todo este sistema de
obligaciones y advertencias forma parte del poder coercitivo, y tiene un efecto
en la manera de comportarse de las personas y de los colectivos, para bien o
para mal.
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